Todo surge y desaparece.
Una vez comprendes esto, estás por encima de la pena.
Es el camino del resplandor.
La vida es un flujo, nada permanece. Aun así, somos tan estúpidos que seguimos aferrándonos. Si el cambio es la naturaleza de la vida, aferrarse es una estupidez, porque este empeño no va a cambiar la ley de vida. Lo único que vas a conseguir es ser un desgraciado. Las cosas están sujetas al cambio; no importa que te aferres a ellas o no. Si te apegas, te vuelves un desgraciado: te sientes frustrado al ver que, a pesar de tu empeño, las cosas cambian. Aunque no te apegues van a cambiar, pero entonces no estarás frustrado, porque eres perfectamente consciente de que están sujetas a cambiar. Así son las cosas, así es la condición de vida.