[1] ÉL OBSERVA, TIENE CLARIDAD

1 Sutra Buda

El necio duerme como si ya estuviera muerto, pero el maestro está despierto y vive para siempre.
Él observa. Tiene Claridad.

Lo único que hay que aprender es a observar:

¡Observar! Observa cada acto que realizas.  Observa cada pensamiento que pasa por tu mente.  Observa todos los deseos que toman posesión de ti.  Observa incluso los pequeños gestos: caminando, hablando, comiendo, tomando un baño.  Sigue observándolo todo. Deja que cualquier cosa sea una oportunidad para observar.  Y al observar surge la claridad. ¿Por qué surge la claridad cuando observas?  Porque cuanto más observador seas, menos te precipitarás. Te vuelves más delicado.  Según vayas observando, tu mente charlatana parloteará menos porque esa energía se convertirá en observación; es la misma energía.

2 comentarios en «[1] ÉL OBSERVA, TIENE CLARIDAD»

  1. La consciencia es eterna, no conoce la muerte. Solo la inconsciencia muere. Por tanto, si te mantienes inconsciente, dormido, tendrás que volver a morir. Si quieres librarte de toda esta miseria de nacer y morir continuamente, si quieres deshacerte de la rueda de nacimiento y muerte, tendrás que estar absolutamente alerta. Tendrás que elevarte cada vez más hacia la consciencia.

    Pero no hay que aceptarlo de forma intelectual; estas cosas tienen que ser experimentadas, tienen que ser existenciales. No estoy diciéndote que te convenzas filosóficamente, porque la convicción filosófica no aporta nada, ninguna cosecha. La verdadera cosecha solamente llega cuando hace un gran esfuerzo para despertarte a ti mismo.
    No obstante, estos mapas intelectuales pueden crear en ti un deseo, un anhelo; pueden hacerte consciente del potencial, de la posibilidad; pueden hacer que te des cuenta de que tú no eres lo que aparentas ser; eres mucho más.

    El necio duerme como si ya estuviera muerto, pero el maestro está despierto y vive para siempre.

    Él observa.

    Tiene claridad.

    Declaraciones simples y bellas. La verdad siempre es simple y siempre bella. Solo con ver la simplicidad de estas dos afirmaciones…, pero que encierran tanto contenido; mundos dentro de mundos, infinitos mundos. Él observa. Tiene claridad.

    Lo único que hay que aprender es a observar. ¡Observa! Observa cada uno de tus actos. Observa cada pensamiento que pasa por tu mente. Observa cada deseo que toma posesión de ti. Observa incluso los pequeños gestos: cuando caminas, hablas, comes, te bañas. Sigue observándolo todo. Deja que todo se convierta en una oportunidad para observar.

  2. El maestro está atento, no se distrae, todo le brinda información y todo le sirve para mejorar. El necio duerme, usa sus momentos de descanso para descansar; el maestro no, él descansa cuando hace, cuando trabaja. El disfruta de lo que hace.

    ¿Cómo lo hace? En el llamado estado meditativo, que es el estado natural de serenidad ante el entorno tanto interno como externo. En dicho estado el ser humano esta en posesión de sus máximas capacidades porque ninguna emoción o distracción del ego lo aleja de su objetivo. Su cuerpo esta suelto, descansado, y su mente en estado de alerta serenidad. Sus capacidades cognitivas están calibradas al máximo de su potencial porque no depende de los procesos lógicos sino de los intuitivos. En esas condiciones sus decisiones serán las mas adecuadas a la circunstancia porque no estarán dictadas por la razón basada en el calculo probabilístico sino por el equilibrio, por la intuición.

    El estado meditativo es el estado natural de todo ser sintiente. Miren a las fieras del monte, relajadas, serenas, viven su proceso vital de acuerdo a lo que su intuición les dicta. Nosotros nacemos en ese estado pero la sociedad, con sus exigencias y sus emisarios, nos lo hace olvidar, perder. El ego nos orienta hacia la conveniencia fundada en consideraciones grupales, las emociones nos hacen reaccionar de maneras irracionales y fuera de contexto, y todo eso está creado por el condicionamiento social y adoptado por la mente como pautas «normales» de actuación. Y asi nos comportamos. El asunto es, ¿es realmente nuestro estado natural, normal? No debe serlo porque si no no veríamos comportamientos anormales como el correr tras el dinero y perder la salud en el empeño, o sacrificar a la familia y a los amigos por escalar social o laboralmente. ¿Acaso eso es lo normal? Si lo fuera, en ese estado no se pueden tomar decisiones adecuadas.

    Si hemos perdido ese estado meditativo, ¿cómo lo recuperamos? Mediante la técnica de la Meditación. Meditar es vivir el momento, el aquí y ahora, sin juzgarlo, sin levantar juicios de valor, solamente observándolo. Vivir el momento sin intervenir en él es lo que llamamos Meditar. Al acostumbrarnos a ejecutar este ejercicio iremos recuperando el estado natural, el estado meditativo, y viviremos en lo que el Bhuda llamó el estar despiertos.

    ¿Quién no está despierto? El que se deja llevar por las desviaciones del ego, el que se deja abrumar por las emociones, el que no reconoce vivir en el presente por estar viviendo en el pasado o en el futuro. ¡Cuánta gente conocemos así! Cuántos de nosotros creemos estar despiertos y sin embargo estamos dormidos, no vivimos nuestra vida sino la vida ajena, la impuesta por otros.

    Los que están dormidos, los que se dejan llevar por los condicionamientos sociales, no se dan cuenta pero viven en el miedo. Les aterroriza el llegar a conocerse, el llegar a tener la valentía para salir del carril en el que están y comenzar a caminar por el sendero que siempre quisieron transitar. Viven en el miedo y no lo notan, pero su mente lo nota y se los cobra a través de su salud. Eso es el estrés, la incapacidad de responder a las exigencias del entorno por no querer adoptar el cambio.

    ¿Quiénes son los necios que duermen, los que estan como muertos? Son aquellos que se dejan llevar por las veleidades del ego, por las emociones negativas e irracionales. Los que se dejan gobernar por el ego y las emociones estan ciegos a la verdadera naturaleza de la realidad porque no pueden verla tal como es. Y si no son capaces de verla, menos son capaces de diseñar decisiones para actuar sobre ella, o las que diseñen serán adecuadas a la mirada que el necio tenga sobre ella. ¿Cuántos piensan que son lo más grande o lo más querido por sus semejantes? ¿Alguna vez se han aventurado a buscar y descubrir la verdad, que es que esos semejantes lo adulan porque ha sabido comprarlos, y que sus alabanzas no nacen de un sentimiento de amor genuino sino del interés? ¿Cuántos no han alejado de su lado a colaboradores honestos, que se atrevieron a decirle la verdad desnuda, solamente porque no estaban preparados para escuchar una verdad distinta a la suya? Así de ciegos están y así de necios son. El necio, por estar dormido, aleja de su lado las posibilidades de progresar y ser feliz. Su castigo, por la ley del karma, es perder su tiempo respirando, no viviendo.

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