[27] VIAJA EN SOLITARIO

Él no se entretiene con aquellos que tienen un hogar ni tampoco con los descarriados. No queriendo nada, viaja en solitario.

Buda hace mucho hincapié en la soledad; quiere que te des cuenta de ella.  Una vez que lo percibas te quedarás sorprendido de su belleza y de su alegría.  No te asustará, te regocijará porque es libertad, es éxtasis, es pureza e inocencia.  ¿Por qué anhelar la seguridad?

La vida es insegura por naturaleza, por lo tanto, hay una lógica simple: quienes quieran estar más vivos, tienen que vivir en la inseguridad.  Cuanta más inseguridad tengas, mayor será tu viveza.

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  1. En India la gente se divide en dos categorías; es una tradición. También era así en los tiempos de Buda, es una división muy antigua. Buda trata de hacer una distinción. Trata de hacer una tercera categoría para sus discípulos -las antiguas categorías eran dos. La primera es lo mundano, lo casero, aquellos que tienen un hogar. Se los llama caseros por la sencilla razón de que viven en la falacia de la garantía, de la seguridad -una seguridad que piensan viene del dinero, del poder, prestigio, una garantía que creen viene de las relaciones. La esposa cree que está segura con el marido, el marido con su esposa y los padres con los hijos. La seguridad es una falacia, porque ni la familia, ni el dinero, ni nada en este mundo puede salvarte de la muerte.

    Cuando la muerte llega, todo se hace añicos; todos tus castillos de arena caen por tierra. El casero vive en una especie de mundo de sus sueños, un mundo de su propia proyección. No es verdadero, no corresponde a la realidad; es su propia proyección. La esposa cree que su marido es su seguridad, el marido piensa que su esposa es su seguridad. Pues bien, los dos están inseguros. ¿Cómo pueden dos personas inseguras darse seguridad la una a la otra? Dos personas inseguras, juntas son doblemente inseguras, pero han creado la falacia. Esta es la primera categoría, la grihastha, el cabeza de familia.

    La segunda categoría corresponde a aquellos que han renunciado a la primera, que se han ido al otro extremo -que no viven en casas, que no viven en familia, que no ganan dinero, que ni siquiera lo tocan, que se ha pasado exactamente al otro extremo. Se los conoce como sannyasins. Solían vagabundear por el país en pequeños o grandes grupos.

    Sin embargo, Buda dice: «Has abandonado la pequeña familia y ahora te has ido con una multitud mayor; has creado otra familia. No ha cambiado nada. Primero pensabas que la pequeña familia era tu seguridad, ahora crees que lo es esta multitud, a pesar de todo la vieja idea de seguridad todavía persiste».

    Él dice que ser un sannyasin significa aceptar la inseguridad natural de la vida. Esa misma aceptación es sannyas; aceptar que: «He nacido solo y me moriré solo, y entre estas dos soledades todas las ideas de estar junto a alguien son solo fantasías. Estoy solo incluso mientras estoy vivo». Uno hace solo, vive solo y muere solo.

    Buda hace mucho hincapié en el hecho de tu soledad; quiere que seas consciente de ella. Una vez que te des cuenta de ella, te quedarás sorprendido de su belleza, de su gozo. No tendrás miedo; te regocijarás en ella porque posee libertad, éxtasis, pureza e inocencia. ¿Y por qué añorar la seguridad?

    La vida es insegura por naturaleza propia, por lo tanto, es de simple lógica; aquellos que quieren estar más vivos, tienen que vivir en la inseguridad. Cuanto mayor sea la inseguridad, mayor será tu vitalidad; cuanto mayor sea la falacia que conocemos por seguridad, menor será tu vivacidad.

    Por eso se ve tanta gente muerta en el mundo, casi muertos, por la sencilla razón de que están muy apegados a la idea de seguridad. Y cuanto más muerto estés, más seguro estarás. No hagas nada que pueda producirte inseguridad alguna, sigue confinado en lo familiar, ni siquiera traspases los límites. Nunca conocerás el éxtasis de ir más allá de los límites. Nunca conocerás el éxtasis de explorar lo desconocido y lo irreconocible.

    Según Buda, en ambas categorías está la misma gente. Por supuesto, son extremos y parecen ser opuestos entre si, pero no te engañes. Realmente no son opuestos; han encontrado distintos tipos de seguridad.

    No queriendo nada, viaja en solitario. El auténtico sannyasin no tiene ningún deseo, ni siquiera el deseo de la vida; por tanto, no tiene miedo a la muerte. No tiene ningún deseo ni en este ni en el otro mundo; por eso no está interesado en crear todo tipo de seguridades a su alrededor. No le preocupa. Puede esta a solas, completamente a solas. No pretende ser listo y astuto con la existencia; confía en ella. Puede ver que los caseros viven en una proyección, en un mundo propio proyectado por ellos; y los llamados monjes y monjas viven en una proyección distinta, pero una vez más, es un mundo proyectado. Él va solo; no solo tiene que ser un acto externo, también tiene que ser un sentimiento interior.

    Estar a solas es lo más fundamental para un meditador; experimentar la soledad, sentarse en silencio y únicamente ser uno mismo, estar consigo mismo, sin anhelar ninguna compañía, sin añorar al otro. Disfruta de tu ser, goza de tu respiración, deléitate con el latido de tu corazón. Recréate con la concordia interior; la armonía. Alégrate solo porque eres y mantente en completo silencio en esa satisfacción.

  2. Te crees seguro por todo lo que tienes, por lo acumulado, y crees que tu hogar es tu seguridad. No sabes, o no quieres ver, que esa seguridad es falsa. Lo que se acumula se desmorona algún día, es la ley del karma; los físicos le llaman entropía. Es un error, y en los negocios los errores se pagan caros.

    Tampoco te resultará si te vas al extremo de no hacer, de no tener nada. En ese caso estarás incumpliendo una ley del Universo. No vivimos a este mundo a no hacer nada; vinimos a cumplir una misión, para nosotros y para los demás.

    Ninguno de esos son los caminos. El verdadero camino es el del medio, el que cumple con tu propio desarrollo personal y cumple con los demás creando riquezas y empleo. Tú no eres dueño de nada, sólo usas lo que se te ha
    prestado. Úsalo bien, en provecho de todos, y hazlo consciente de que lo haces solo, porque nadie te ayudará ni en ningún bastón podrás apoyarte. Haz tus cosas alejado de toda seguridad y de toda inseguridad. Tú tienes un lugar en este mundo: ocupalo.

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