[10] EN UN BOSQUE VACÍO

Aun estando en un bosque vacío, él encuentra disfrute porque no desea nada.

Lo único que destruye tu capacidad natural de disfrutar es tu mente deseosa.  La mente deseosa te convierte en un mendigo.  Una vez hayas abandonado todos los deseos, eres un emperador.  La alegría es el estado natural de tu ser.

Únicamente no te dejes llevar por deseo alguno y fíjate; cuando no tienes deseos, no existe la mente, no existe la confusión, no existe pasado ni futuro; cuando no tienes deseos, estás totalmente contento en el aquí-ahora.  Y estar contento aquí-ahora es gozar.

Y cuando una persona así se mueve, dondequiera que vaya, lleva esta atmósfera consigo.  Para un buda todo el año es primavera.

 

 

2 comentarios en «[10] EN UN BOSQUE VACÍO»

  1. Todos los grandes valores de la vida crecen en una atmósfera de libertad; de ahí que la libertad es el valor más fundamental y también la cima más alta. Si quieres comprender a Buda, tendrás que saborear algo de la libertad de la que está hablando.

    Su libertad no es externa. No es social, no es política, no es económica. Su libertad es espiritual. Por «libertad» él define un estado de conciencia libre de todo deseo, no encadenada a ningún deseo, no presa de ninguna avaricia, de ningún deseo de tener más. Por «libertad» él quiere decir una conciencia sin mente, un estado de no-mente. Está totalmente vacía, porque si queda algo, eso limitará la libertad; por eso es total vaciedad.

    Esta palabra «vaciedad» -shunyata- ha sido muy mal entendida por la gente, porque la palabra tiene una connotación negativa. Siempre que escuchamos la palabra «vacío» pensamos en algo negativo. En el lenguaje de Buda, la vaciedad no es negativa; la vaciedad es absolutamente positiva, más positiva que tu mal llamada totalidad, porque la vaciedad está llena de libertad; todo lo demás tiene que ser eliminado. Es espaciosa; todos los límites tienen que ser abandonados. Es ilimitada -y solo en un espacio ilimitado, la libertad es posible. Su vaciedad no es una vaciedad corriente; no es solo la ausencia de algo. Es la presencia de algo invisible.

    Por ejemplo, cuando vacías tu habitación. Cuando quitas los muebles, los cuadros, las cosas de dentro, la habitación, por un lado, se queda vacía, pero por el otro lado algo invisible comienza a llenarla. Esa invisibilidad es «habitabilidad», espaciosidad; la habitación se hace más grande. Mientras vas vaciándola, la habitación se va haciendo cada vez más grande. Cuando lo has quitado todo, incluso los muros, entonces la habitación es tan grande como todo el firmamento.

    Este es todo el proceso de la meditación: quitarlo todo; quitarte a ti mismo tan totalmente que no quede nada detrás -ni siquiera tú. En ese completo silencio está la libertad. En esta total tranquilidad crece la flor de loto de mil pétalos de la libertad. Y se libera una gran fragancia: la fragancia de la paz, la compasión, el amor, la dicha.

  2. ¿Cuándo disfrutas? Cuando todo te atrae y nada te ancla, cuando estás en plena libertad. Si eres capaz de disfrutar de lo que haces y de lo que eres, entonces nada te anclará, ni tu mujer ni tu familia ni tu trabajo ni nada, y disfrutarás en libertad de todo eso. Serás capaz de amar, porque solamente el hombre libre ama. El hombre libre es feliz porque no lo mueve el deseo ni lo amenaza ni perturba la inseguridad. ¡Si ya lo tiene todo! ¿Qué puede desear? ¿Qué lo puede amenazar?

    El deseo es la causa de la insatisfacción y la infelicidad. El deseo es lo que impide tu disfrute pleno. Evita el deseo, haz tus deberes con la atención puesta en la acción y no en la obtención de ganancias. Haz las cosas porque es tu deber hacerlas y disfruta de ello. El deseo y su cumplimiento no te dan más felicidad, te generan más infelicidad porque el deseo es insaciable. Nunca lo podrás satisfacer y siempre te exigirá más y más.

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