En este mundo el odio nunca ha disipado al odio. Solo el amor disipa al odio. Esta es la ley ancestral e inagotable.
Solo la luz puede disipar la oscuridad: el amor es luz, la luz de tu ser; y el odio es la oscuridad de tu ser.
¿Cómo se hace entrar la luz? Quédate en silencio, sin pensamientos, consciente, alerta, atento, despierto, así es como la luz entra dentro de ti. En el momento en que estés alerta, consciente, no podrás hallar odio.
Son experimentos para realizar; no solo palabras que entender, sino experimentos para llevar a cabo.
Intenta odiar a alguien conscientemente y verás que es imposible. O bien desaparece la consciencia, en cuyo caso puedes odiar; o si eres consciente, el odio desaparece. No pueden existir juntos. La luz y la oscuridad no pueden existir juntos, porque la oscuridad no es nada más que ausencia de luz.
Algo de profunda importancia: el odio existe con el pasado y el futuro. El amor no necesita pasado ni futuro. El amor existe en el presente. El odio tiene su referencia en el pasado: si ayer alguien abusó de ti, cargas con ello como una herida, como un remanente. O temes que alguien vaya a abusar de ti mañana; un miedo, una pizca de miedo y te preparas, estás listo para enfrentarte a ello.
El odio existe en el pasado y en el futuro. No puedes odiar en el presente; inténtalo, y no podrás en absoluto. Inténtalo hoy: siéntate en silencio y odia a alguien en el presente, sin ninguna referencia del pasado o del futuro; ¡no puedes hacerlo! No se puede hacer; es imposible por la propia naturaleza de las cosas. El odio solamente puede existir si recuerdas el pasado. Si alguien te hizo algo ayer, entonces puedes odiar. O si alguien va hacerte algo mañana, entonces también es posible odiar. Pero si no tienes ninguna referencia del pasado ni del futuro, nadie te ha hecho nada y no va a hacerte nada, la persona simplemente está allí sentada. ¿Cómo puedes odiarla?
No obstante, puedes amar: El amor no necesita ninguna referencia; es es la belleza y la libertad del amor. El odio es una atadura, un aprisionamiento ¡impuesto por ti sobre ti! Y el odio crea odio, el odio provoca odio. Si odias a alguien, estás creando odio hacia ti en el corazón de esa persona. Y el mundo completo vive en el odio, en la destrucción, en la violencia, en los celos, en la competitividad. La gente se tira al cuello de los demás: bien en la realidad, la acción o como mínimo en sus mentes, en sus pensamientos, todo el mundo está matando y asesinando. Por eso hemos creado un infierno en esta maravillosa tierra, que podría haber sido un paraíso.
Ama, y la Tierra volverá a ser un paraíso otra vez. Y la inmensa belleza del amor es que no tiene ninguna referencia. El amor sale de ti sin ninguna razón en absoluto. Es tu dicha efusiva, es el compartir de tu corazón. El compartir del canto de tu ser. Y compartir produce tanta alegría … ¡por eso se comparte! Compartir por el mero hecho de compartir, por ningún otro motivo.
Si te dieran a elegir, ¿elegirías vivir en medio del odio o del amor? El odio solo trae tragedias y mata la felicidad; el amor trae satisfacciones y genera felicidad. Odiar es fácil, solo basta con no ser uno mismo. ¿Quién quiere vivir
no siendo? ¿Vale la pena vivir así?
El odio nace de las comparaciones, y por eso lo encontramos en el pasado y en el futuro, nunca en el presente. En el pasado se genera por comparaciones en las cuales hemos perdido algo o no hemos ganado lo suficiente. Un
competidor nos ganó un mercado o una licitación. Un amor nos dejó y eso nos produce una herida en el alma. Algo que deseábamos no fue conseguido. Todas las situaciones con resultados negativos para nosotros nos generan
odio hacia el que se llevó la ganancia. Quizás la palabra odio suene demasiado fuerte pero tenemos que entenderla como disconformidad o inquietud, y dependerá del caso particular el nivel de impacto o la entonación y significado que se le quiera asignar.
Lo mismo puede decirse del futuro, pese a que aún no tenga existencia real. Nuestra mente es atemporal cuando se trata de emociones, y el mismo odio que nos genera un competidor que nos haya ganado es el que nos genera aquel que tiene más probabilidades de ganar en el futuro. Tanto el pasado como el futuro nos provoca la misma inquietud y afecta a nuestro vivir.
El presente nos genera amor, si sabemos vivirlo. Y el despierto sabe vivir. Si acometemos la vida diaria de manera meditativa, natural, sólo observando, mirando la realidad tal como es, sin juzgarla, llegando a la esencia de su significado, estaremos viviendo el presente de forma plena y atenta. Lo estaremos viviendo con amor, disfrutando de lo que la vida nos depare. Lo estaremos viviendo con espíritu de aventura, y toda aventura se basa en el amor. Amor a los descubrimientos, amor al diseño, amor a la organización. Haciendo las cosas bien, una sola vez, sin desperdicios ni reprocesos, estaremos asegurando que el resultado será el esperado. Estaremos viviendo
y trabajando con amor.